Redes sociales, reuniones sociales, rango social, entre otros. Vivimos en una cultura que tiende a usar excesivamente el término “social.” Hasta compartimos detalles de nuestras vidas con otros, aunque no siempre a fondo. Generalmente, no compartimos información como noticias mundiales a través de los medios de comunicación, pero si compartimos a muchos de nuestros amigos más cercanos nuestra comida y otros detalles “fascinantes” por medio de mensajes en Facebook o Instagram.
Si haces una búsqueda en la red encontrarás que la mayoría de los resultados de la palabra “social” son definiciones del diccionario. Irónicamente pocos saben a qué se refiere realmente.
La primera definición de “social” en el diccionario es “Perteneciente o relativo a una compañía o sociedad, o a los socios o compañeros o aliados.” Es decir “social” se trata de otros, no de nosotros mismos. Pero ahora esta frase está de moda: “Justicia Social.” ¿Qué tiene la justicia de social? Si estudias más profundo en las definiciones, encontrarás que una dice “Perteneciente o relativo a la sociedad, especialmente como un cuerpo dividido en clases de acuerdo a estatus (rango social).” Considera esto: ¿si el pecado nunca hubiera existido, crees que hubiera habido necesidad de justicia? Justicia social es un concepto presente porque la sociedad humana está dividida-por países y culturas, pero también por otras razones triviales como el color de la piel o cuánto dinero tienes en tu cuenta de banco y qué clase de ropa puedes comprar. La humanidad está dividida por pecado. Por causa de esta división, hay necesidad de justicia. “La justicia social tiene que ver con cambiar la manera en la cual el mundo está organizado para hacer que todos sean iguales” (Ronald Rolheiser). Podemos estar abrumados tratando de pensar cómo podemos hacer cambios económicos, políticos, educacionales y ambientales para que haya justicia en este mundo. Pero debemos recordar que el autor de la justicia - Dios - habla a sus seguidores primero:
“¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! ¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda!” (Isaías 1:16-17).Cuando recordamos que Jesús vino con el propósito de “hacer que todos sean iguales” con gracia y salvación, podemos reconocer que es mucho más fácil de lo que pensamos: despojarnos de nuestro pecado aceptando la salvación de Cristo y tomar decisiones justas, y darles a otros la oportunidad de conocerle a Él.
Muchos en el mundo piensan que la justicia social es simplemente un concepto en el cual el deseo es distribuir riqueza, oportunidades, y privilegios en una manera justa (equitativa o legitima). Hay otras cosas que profundamente dividen a los seres humanos. Existen los poderosos y los débiles, los opresores y los oprimidos, los explotadores y los explotados. En el hebreo y griego las palabras que significan justicia aparecen más de mil veces en la Biblia. Y hay más de 3,000 versos que tratan con compasión y justicia para los pobres.
No es simplemente una pequeña idea para considerar.
La justicia está al centro del plan de Dios para toda la creación - ¡Su corazón palpita por ello! Dios es un Dios de justicia. Y es un Dios social, profundamente envuelto en relación con nosotros. Es importante notar, Él siempre está del lado del débil, del oprimido, y del explotado. Siempre. ¡Así también nosotros deberíamos estar a su lado!
Fuente: Material Bold - Ejército de Salvación.
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