No necesitamos tener poderes de superhéroe para ser agentes de cambio. Y tampoco necesitamos realizar actos heroicos, que salgan en los titulares. Simplemente necesitamos poner nuestra fe en acción. Podemos hacerlo mediante el servicio, especialmente, sirviendo a aquellos que tienen un lugar especial en el corazón de Dios: los más vulnerables de la sociedad.
Mira la vida de Jesús.
Él sí tiene genuinos súper poderes. Pero ¿qué hizo con ellos mientras estuvo en la tierra? ¡Los actos de servicio más humildes, que nadie podría realizar! Pasó una cantidad de tiempo importante sirviendo al pobre, al enfermo y al débil. Eligió alcanzar a aquellos que eran ignorados por la sociedad, los menospreciados, rechazados y olvidados. Pero, mediante el servicio, estaba mostrándoles, y también a quienes lo miraban, que eran vistos, incluidos y amados.
El servicio es más que solo una acción. Es un asunto del corazón.
La actitud detrás de la acción es lo que produce el impacto.
Pablo escribió en Filipenses que nuestro servicio viene de un lugar de humildad, con un corazón tierno y lleno de compasión. Aunque es parte de lo que hacemos como seguidores de Jesús, el servicio no debe ser una obligación. Más bien, debe ser una respuesta al amor que recibimos de nuestro Dios y un deseo de extender ese amor, mediante nuestras acciones, hacia los demás.
Que un personaje de una película de superhéroes pueda volar, detener trenes o derretir cosas con la vista puede sonar impresionante. Pero, lo que realmente deja una impresión en los demás es nuestra fe en acción.
Servir humildemente a las personas vulnerables que nos rodean, a las personas que no pueden darnos nada a cambio: eso es lo que cambia al mundo.
Fuente: Bold, Ejército de Salvación
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